
En uno de mis últimos sueños me vi caminando descalzo por el corazón de un bosque, con las sienes coronadas de hojas de arce, rojas como la sangre. Sobre mi cabeza los árboles extendían sus ramas desoladas, festoneadas de niebla, como una bóveda espectral. Todo era silencio a mi alrededor. Silencio y soledad. Melancolía... Rompí a cantar, y el sueño se deshizo, quedando sólo la sombra de una ausencia al despertarme.
Días después volví a soñar de nuevo, esta vez con el mar agitándose a mis pies. El agua, fría como la muerte, empapaba mis ropas. Sólo se oían el bramido del viento y el suspiro de las olas acariciando la orilla una y otra vez. Y de nuevo la niebla rodeándolo todo, y esa ausencia infinita...
...Quand je n’aurois pour recompense
que la seule douceur que je sens à vous voir...
que la seule douceur que je sens à vous voir...
3 comentarios:
Todos pueden estar tristes, pero la melancolía sigue siendo el gaje de los espíritus superiores.
La vida es sueño y los sueños, sueños son...
Cada vez estoy más convencida de que vivimos gracias a los sueños que soñamos...
¡¡El mandolinista!!
No me extraña que sueñes esas cosas... Verás cómo tus pesadillas aumentan la noche del 13 de diciembre... xDD
Publicar un comentario