domingo, 12 de octubre de 2008

Sobre la poesía

Quizá sea una de mis necesidades vitales más importantes, y probablemente es la más insatisfecha de todas, al menos si lo contemplamos desde el punto de vista de los resultados que produce, es decir, de los poemas que escribo a lo largo de un año; tal vez soy el poeta más improductivo que se ha dado en España en los últimos tiempos. Vaya donde vaya, hable con quien hable, cada vez que encuentro un poeta entre mis amistades, nuevas o viejas, en seguida me veo sacudido por un torrente de poemas, muchos de ellos recién salidos del horno. No puedo evitar las comparaciones. ¿Tengo derecho a ser llamado poeta, yo, que no escribo un verso hace meses?
Hace un tiempo, poco antes de que empezara el curso, sostuve una interesante conversación con un amigo que, además de poeta, es un fantástico pintor. A través de nuestras experiencias llegamos a la conclusión que que el poeta no es aquél que hace versos, sino aquél que es capaz de captar la esencia poética (es decir, la belleza) de las cosas en medio de la realidad cotidiana. Que esa percepción se plasme en un poema o no depende ya de muchos otros factores. Lo importante es que sepamos captar la belleza que existe no sólo en una puesta de sol o en un sentimiento, sino en algo tan prosaico como el deslizarse del autobús a través de las calles mojadas por la lluvia de un día gris, el instante breve de un cigarrillo prendido al empezar la mañana, o la música que suena de fondo mientras ordenamos nuestra habitación. Son estos instantes un tesoro que muchas veces no sabemos disfrutar, y que la mayoría de la gente desprecia, sin darse cuenta de su valor. En verdad, el poeta es un alma privilegiada, contemplativa, que sabe ver más allá de las meras apariencias de la realidad para descubrir así la Belleza de las cosas. Y a veces esta percepción es tan intensa, tan desgarradora, tan dulce, que es imposible describirla con palabras. La poesía es, por lo tanto, un mero intento más o menos acertado de reflejar con palabras esos fogonazos de belleza que el poeta capta y que le hieren el alma. Habrá quien tenga más facilidad para ello, habrá quien menos. Yo me incluyo entre estos últimos, entre los que escuchan, sienten, ven, pero callan con los labios, porque quien canta realmente (y nunca, nunca deja de cantar) es el corazón.

3 comentarios:

Isabel Colette dijo...

Qué reflexión tan maravillosa... y realmente me ha consolado, porque me encuentro exactamente en la misma situación que describes. Aunque creo que, más que a un poeta, describes a un artista es sentido amplio.
Bueno, sencillamente no tengo nada que añadir a lo que has expresado tan delicadamente. ¿Has pensado en la prosa poética en lugar del verso? O, mejor dicho, ¿además?
Poesía
Relato
Danza
Dibujo
Pintura
Todos nacen de ese canto del corazón.

Unknown dijo...

El verso tampoco es entre mis letras algo habitual. Huyo de la rima y la métrica como alma que lleva diablo, pero llámame poeta si eso quiere decir que aún no he olvidado del todo lo que es la Belleza.

Alfredo dijo...

Qué reflexión tan profunda. Creo que te gano en algo: como poeta soy más improductivo que tú. De hecho, prefiero no llamarme poeta, sino "intento de"...
Bonito espacio, por cierto.
Ya te mandaré algo
Y pásate por el blog que estoy empezando a construir, y me dices que te parece:
http://creerparavivir-fred.blogspot.com/