viernes, 30 de octubre de 2009

Melancolía



En uno de mis últimos sueños me vi caminando descalzo por el corazón de un bosque, con las sienes coronadas de hojas de arce, rojas como la sangre. Sobre mi cabeza los árboles extendían sus ramas desoladas, festoneadas de niebla, como una bóveda espectral. Todo era silencio a mi alrededor. Silencio y soledad. Melancolía... Rompí a cantar, y el sueño se deshizo, quedando sólo la sombra de una ausencia al despertarme.

Días después volví a soñar de nuevo, esta vez con el mar agitándose a mis pies. El agua, fría como la muerte, empapaba mis ropas. Sólo se oían el bramido del viento y el suspiro de las olas acariciando la orilla una y otra vez. Y de nuevo la niebla rodeándolo todo, y esa ausencia infinita...


...Quand je n’aurois pour recompense
que la seule douceur que je sens à vous voir...

viernes, 16 de octubre de 2009

Autumnal...


Y, por fin, el otoño. Atardeceres dorados, paseos sin rumbo por entre los árboles de un parque cualquiera. Cigarros que se consumen en cafeterías atestadas de gente, bajo la luz asfixiada de las lámparas y el ruido de mil conversaciones, al abrigo de una taza de café a la que sucede otra, y otra, y otra. De nuevo las bufandas, y los abrigos, y la necesidad imperiosa de unos zapatos nuevos, que no llegan.
El cielo es tan azul que hace daño en los ojos. Hay como una tristeza en el aire que invita a la melancolía, a dejarse encantar por el rumor de una fuente repleta de hojas muertas y musgo en la soledad del parque. Y las ramas desnudas... y ese viento que viene cabalgando con furia, recortando el perfil de las cosas hasta hacerlas casi transparentes, de puro reales...

Bilbao es el otoño.
Pamplona es Otoño.